sábado, diciembre 21, 2024
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Barcelona y Real Madrid empatan el clásico

Un gol de Ramos, de cabeza, en el último suspiro, como siempre que lo necesita el Madrid. Así se recordará el Clásico en el que el conjunto blanco reforzó su liderato en el Camp Nou. El Barcelona se agarraba al corazón de Suárez para creer en esta Liga pero el de Ramos es aún más pasional, mucho más emotivo, y decisivo como ninguno. En la fe del central madridista encontró el camino a la supervivencia el Madrid, tan líder como antes, tan creyente como siempre.

En el museo del Madrid, junto a las once Copas de Europa, la camiseta de Juanito o las botas de Di Stéfano, en un futuro debería exhibirse el corazón de Sergio Ramos conservado en un bote de formol. Con sus errores, con sus picos de forma, Ramos es el alma, es la representación viva del espíritu luchador que siempre acompaña al Madrid. Suena demasiado idealista, incluso rimbombante, pero es así. En la creencia inquebrantable de Ramos se sustenta el conjunto blanco en los momentos clave. Lo dice su historia, lo demuestra el corazón del camero.

Sobre ello toca recrearse cuando la demostración de fútbol es escasa. Lo fue en el Camp Nou con un Barça en horas bajas, muy bajas, y un Madrid sobrio pero sin ningún tipo de alarde de buen juego. No están para excesos ni uno ni otro. Pero mientras el Barcelona se mantiene a distancia el Madrid es más líder y ya suma 33 partidos sin caer derrotado. Imaginen si le da por encontrar continuidad en su juego.

Un Barcelona partido, sin presión alta, agradeció no tener enfrente al Madrid de eléctricas transiciones y contragolpes letales de tiempos atrás. Si Benzema no estuviese fuera de forma, si Cristiano fuese tan letal como hace un par de temporadas, el resultado al descanso hubiese sido otro. Y eso, con un Madrid que estuvo ordenado… y poco más. Modric gobernó un primer tiempo insulso que el Madrid dejó escapar de sus manos con sorprendente conformismo.

A ello contribuyó la nula observación de Clos Gómez en la primera jugada del partido, donde Mascherano derribó a Lucas Vázquez dentro del área tras la enésima llegada sin templanza alguna del argentino. Más tarde la imprudencia la cometió Carvajal al sacar el brazo en un centro de Albadesde la izquierda. Y entre una acción y la otra, nada o casi nada. Un Messi intermitente, un Cristiano errático y, como casi siempre, Modric y Piqué por encima de la media.

Relajante Iniesta

A falta de juego, la estrategia animó el partido. Neymar, el mejor del Barça, puso un balón con veneno y Suárez hizo el resto. El uruguayo, que de corazón también va sobrado, reactivó a los de Luis Enrique. La pasión del ‘9’ azulgrana reanimó al Barça y la aparición de Iniesta devolvió la calma. El manchego le sentó al Barça mejor que una valeriana. El Barça pasó de vivir un día estresante en la oficina a apuntarse a una sesión de spa con el beneplácito del Madrid.

Tanto se relajó el equipo de Luis Enrique que mandó al limbo dos ocasiones para cerrar el partido. Primero Neymar que, tras dejar atrás la cintura de Carvajal, lo vio tan fácil que su excesivo entusiasmo en el disparo le jugó una mala pasada. Y después, y esto sí es más extraño, Messi. El argentino ni tuvo la claridad para ver el pase atrás ni supo medir con precisión su disparo ante Keylor.

Siempre Ramos

Dejar con vida al Madrid, a estas alturas de la película, es un error de novato. Casi se podría decir que de una persona inconsciente. Un error fatal, de los que suele aprovechar el héroe de última hora, el especialista de los descuentos. En una acción de infantiles, Arda brindó al Madrid una falta lateral, un último cartucho para dirigir una bala que parecía perdida. Modric puso el balón en el área y allí surgió Ramos, con su capa, con su aura de futbolista especial, para sacudir el Camp Nou, Su cabezazo frenó la reacción. Su remate acabó con las ilusiones del Barça y el corazón del líder volvió a latir con la misma fuerza de antes.

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