“Una suma de coyunturas ha propiciado tener un papel más activo”, reconoce Luis Alfonso de Alba, embajador de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

México  decidió dar un paso al frente y asumir el liderazgo de la región ante la crisis venezolana

México lidera al grupo de 14 países de la región que  desde hace tiempo, ha mostrado su preocupación por el deterioro de Venezuela. El último comunicado conjunto, por primera vez, reclamaba la liberación de los presos políticos, fijar un calendario electoral y que se reconozca la legitimidad de las decisiones de la Asamblea Nacional.

“No podemos y no debemos seguir siendo indiferentes, se trata de una violación sistemática a los principios de la democracia”, aseguró recientemente el canciller, Luis Videgaray.

En este sentido y para afirmar la preocupación de México hacia Venezuela, el Presidente Enrique Peña Nieto, recibió a Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López. . El mandatario era uno de los pocos dirigentes mundiales que aún no la había recibido. Cabe resaltar que el simbolismo de este tipo de encuentros suele ser considerados como una afrenta imperdonable  por el Gobierno de Nicolás Maduro.

El objetivo principal de México al frente de esta suerte de G-14 es propiciar una alternativa para evitar retomar la mediación de los expresidentes y también una hipotética expulsión de Venezuela de la Organización de Estados Americanos (OEA).

“Durante dos años y medio, Peña Nieto fue cómplice de Maduro, nunca alzó la voz ni hizo críticas; aseguró el excanciller Jorge Castañeda.

En este contexto para Armando Chaguaceda, profesor de la Universidad de Guanajuato y miembro de la directiva de la sección venezolana de LASA (Latin America Studies Association). “La solución a la crisis vendrá desde adentro de Venezuela, pero hay que seguir aumentando la presión, si se rompe la vía diplomática que sea por el Gobierno de Maduro, que es el único actor que tranca cualquier salida”, aseguró el letrado.