martes, noviembre 19, 2024
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El Madrid derrota a la Coruña con la rutina de Sergio Ramos

El fútbol requiere con urgencia un simposio de sabios que indague en el fenómeno Sergio Ramos, un futbolista que ha convertido lo sobrenatural en un hecho rutinario. De momento, ya no hay Cesarini que valga, aquel delantero italo-argentino que tuvo eco por sus tantos al límite del tiempo. Hoy ya hay pruebas suficientes para instaurar el gol Ramos, definición para todos aquellos que anoten en el último parpadeo con frecuencia. Lo del andaluz, a la espera de cualquier congreso al respecto, solo tiene un nombre: Sergio Ramos. El de Lisboa, el de la última Supercopa europea, el de hace una semana en el Camp Nou, el de hace nada contra el Deportivo… Tremendo. Otro cabezazo suyo cuando parecía que el tiempo había menguado el destino del Madrid dio la victoria a los blancos. Un triunfo de récord para la casa, 35 duelos sin perder, y con el sello del Madrid de Ramos. De alguna forma son lo mismo, jugador de arrebatos para un equipo de arrebatos. Así claudicó el Deportivo. Hasta la traca de Ramos, mientras el choque fue más bien funcionarial resistió el Deportivo. Sin fútbol, cuando se impuso la corneta en un segundo acto con muchas sacudidas, emergió ese genuino Madrid que no tiene más hora que la marca Ramos.

Más actores principales que de reparto en la extraordinaria racha del Madrid, a los reservas blancos les llegó la hora en pelotón frente al Deportivo. Esta vez sin el amparo de pretorianos como CR, Bale, Benzema, Modric, Marcelo y Carvajal. Salvo el galés, lesionado, el resto tuvo recreo ante el inminente viaje a Japón para el Mundial de Clubes. Cuestión de prioridades: en Liga, Zidane decretó el día de los teloneros.

El técnico francés enhebró de tal forma la alineación, que en un equipo donde apenas hay hilo para los medias puntas se alistaron Isco, James y Asensio junto a Kroos. Salvo el malagueño, desatendido de forma inexplicable por Garitano y los suyos, ninguno fue el intermediario preciso para el Madrid. Sin pistas de Asensio, apagado Kroos e irregular James, el Madrid fue un equipo más bien raso, cuarteado. A los locales les costó enchufarse al encuentro, como si la jornada fuera un simple apeadero hacia cumbres mayores como la japonesa. No lo entendió así la hinchada. Lo pagó Danilo, diana de la grada. En Chamartín nadie está rebajado de las exigencias del servicio.

Solo los flujos de Isco, fuera del radar de los visitantes, dieron vidilla a los de Zidane. Sobre él se articuló el Madrid, pero la falta de auxilios dejó al equipo tieso ante Tyton, en el primer tramo solo exigido en un mano a mano con James mal resuelto por el colombiano. El chico anda tan atribulado que solo se fía de su zurda, y no mucho. La jugada le exigía el remate con la derecha, pero el cafetero se aferró a la pierna que le ha glorificado y le salió un tirito.

SIN NADIE DE LA BBC POR PRIMERA VEZ DESDE 2014

No estaban ni Bale, ni Cristiano ni Benzema anoche contra el Deportivo. El galés,por lesión, se está recuperando de una operación en los ligamentos del tobillo. El francés y el portugués, en cambio, se quedaron fuera de la convocatoria por descanso. Así lo decidió Zidane que sigue con su política de rotaciones. Quiere evitar el técnico del Madrid que el equipo tenga bajones y llegue al Mundialito (15 y 18 de diciembre) y al exigente mes de enero (con la Copa habrá partidos cada tres días) sin oxigeno. Por primera vez desde mayo de 2014 no jugaba el Madrid sin nadie de la BBC.

La última vez fue con Ancelotti el año de la Décima. En Balaídos contra el Celta el italiano mantuvo a Bale en el banquillo y no convocó a Benzema y a Cristiano que estaban recuperándose de sendas lesiones para llegar listos a la final de Lisboa.

Con poca chicha enfrente, el Deportivo navegó sin mayores sobresaltos, bien sostenido por Sidnei en la trinchera y a la espera de una conexión entre Babel, Çolak y Andone. No la encontró, pero sí a Borges, protagonista de sus dos oportunidades del primer tiempo. Tico contra tico: Keylor le desvió en remate y luego echó una mirada a su cabezazo a un poste.

Tras un acto inicial sin picos, el partido se sacudió de vuelta del intermedio. El Madrid arrancó con mayor colmillo y atornilló al cuadro gallego. Los blancos se clavaron en campo ajeno y el Depor apenas tuvo respiro. Menos aún tras la estupenda maniobra de Morata, lejos de los focos hasta entonces. El delantero, fuera del balcón del área, recibió de espaldas, se orientó el control y pegó un latigazo a la pelota que llegó en comba a la red. Un gol de chistera que destempló a los de Garitano, empotrados, incapaces de hilvanar dos pases, sometidos por la mordida madridista.

Tan enigmático es este juego que, de repente, porque sí, sucedieron varios hechos imprevistos en una misma jugada. Cuando no había deportivista que envidara calderilla por los suyos, los visitantes por fin cruzaron la media cancha. Andone, un tipo bravo que no se achica en cuadrilátero alguno, batalló con Casemiro, que le ganó. Cuando no había madridista que apostara por un desliz de alguien tan eficaz y sobrio como Casemiro resulta que el brasileño se sobró y perdió el balón. Tampoco había indicios de que Joselu, recién llegado al partido tras una lesión, pudiera cazar el zurdazo que cazó. Chamartín se quedó de piedra, más aún tras el inmediato segundo zarpazo del ex madridista Joselu. Confetis que llegaron demasiado pronto para el Depor.

Quedaba ver al Madrid sin freno, al que se descamisa y hace retumbar los tambores de la Castellana. El mismo Madrid que empata con el hombro de Mariano y ya solo espera a que aparezca Sergio Ramos. Qué dichosa costumbre.

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